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Suplemento de betaína en madres lactantes podría reducir la obesidad infantil

Suplementar durante la lactancia la dieta con betaína, un nutriente que se encuentra en cereales integrales, espinacas, remolacha o quinoa, podría disminuir el riesgo de obesidad infantil, según un estudio realizado en modelos animales.

Los resultados se publican en Science Traslational Medicine y los autores observaron que esta suplementación con betaína -que además está presente de forma natural en la leche materna- induce cambios transitorios en la microbiota intestinal de las crías y mejora su salud metabólica a largo plazo.

Esta es la principal conclusión del estudio en el que han participado investigadores del Centro español de Investigación Biomédica en Red de Obesidad y Nutrición (Ciberobn), con la colaboración de varios centros de Estados Unidos, entre otros.

En una nota de prensa, el Ciberobn recuerda que una de las mayores amenazas para la salud de los niños es el sobrepeso y la obesidad, que afecta a nivel mundial a más de 41 millones de niños menores de 5 años.

Carles Lerín, coordinador del estudio, explica que los períodos gestacional y postnatal definen de manera importante la susceptibilidad a desarrollar enfermedades crónicas en edad adulta.

«En particular, el período de lactancia materna es una ventana de oportunidad para intervenciones nutricionales con el objetivo de reducir el riesgo de obesidad infantil», dice.

Para llegar a sus conclusiones, el equipo analizó muestras de leche materna de dos grupos poblacionales diferentes, uno de Estados Unidos y otro de España, comprobando que una menor concentración de betaína en la leche estaba asociada a un crecimiento más rápido durante los primeros meses de vida, lo que supone un factor de riesgo para el desarrollo de obesidad infantil.

Para estudiar si la suplementación de la leche materna con betaína podía mejorar la salud metabólica de los niños, el equipo realizó una serie de experimentos en modelos animales.

Así, observaron que esta suplementación sólo durante la lactancia aumentaba el contenido de este nutriente en la leche y moderaba el crecimiento de las crías.

Además, esta también tenía efectos a largo plazo, ya que las crías presentaban una reducción de su adiposidad y marcadores de inflamación, así como una mejora en el metabolismo de la glucosa durante la edad adulta.

El investigador del Ciberobn David Sánchez-Infantes afirma que existen factores que predisponen a desarrollar obesidad temprana y pueden desembocar en problemas metabólicos a largo plazo: la presencia de obesidad en los progenitores, alteraciones del sueño, estilo de vida poco saludable o estatus socioeconómico bajo.

«La suplementación con betaína durante la lactancia podría reducir el riesgo de desarrollar obesidad y enfermedades relacionadas cuando lleguen a la edad adulta».

Los investigadores observaron también cambios en la microbiota intestinal de las crías, concretamente un aumento de la bacteria Akkermansia en aquellos animales que se habían alimentado de leche suplementada con betaína.

Esta bacteria está presente en los intestinos y diferentes estudios han demostrado sus efectos beneficiosos en el contexto de la obesidad y los trastornos metabólicos.

Los investigadores comprobaron que la abundancia intestinal de Akkermansia estaba directamente relacionada con el contenido de betaína en la leche de su madre.

«Vimos también que si administrábamos Akkermansia directamente a las crías de ratón durante la lactancia, los efectos beneficiosos que obteníamos a largo plazo en la obesidad y la salud eran similares a suplementar la dieta materna con betaína», indica por su parte Silvia Ribó.

El grupo de investigación ya ha iniciado un estudio clínico piloto para determinar estos efectos beneficiosos.

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